Edificios singularesJuan de Villanueva

Real Observatorio Astronómico

Hace unas semanas tuvimos la ocasión de, a pesar del calor sofocante de estos días, disfrutar de una visita guiada al Real Observatorio Astronómico de Madrid. La visita incluye un recorrido por el edificio Villanueva muy recomendable para apreciar el valor de este pequeño edificio.

El observatorio tiene su origen en la época de la Ilustración, durante el reinado de Carlos III. Rey, conocido como el «mejor alcalde de Madrid», que realizó grandes reformas sin cambiar el orden político, económico y social, lo que se conoce como despotismo ilustrado.

La astronomía en el siglo XVIII tenía una gran importancia en dos aspectos esenciales: la navegación marítima y el establecimiento de la hora oficial. Y recordemos que en aquella época España era una gran potencia marítima con colonias por todo el mundo.

Así, a propuesta del célebre marino y cosmógrafo Jorge Juan, que había creado otro observatorio en Cádiz, Carlos III ordenó su creación hacia 1785 con el objetivo de dedicarse al estudio de la astronomía, la geodesia, la geofísica y la cartografía, si bien no fue hasta 1790 cuando se constituye la institución ya bajo reinado de Carlos IV.

La construcción del edificio se encargó al más famoso arquitecto de la época, Juan de Villanueva (autor también del Museo del Prado), eligiéndose para su emplazamiento una colina conocida como Cerrillo de San Blas (por una pequeña ermita dedicada a ese santo), en lo que entonces eran las afueras de Madrid. La construcción fue lenta, tanto que en 1808, cuando las tropas francesas invadieron la capital todavía no estaba terminado del todo.

Es un pequeño edificio con planta en forma de cruz, orientado perfectamente con los puntos cardinales, con una entrada principal en su lado sur con un pórtico con columnas de orden corintio, que da paso a una gran sala octogonal con el que se comunican con el resto de estancias y oculta dos escaleras de caracol que suben a la cúpula con forma de templete de orden jónico. Nótese aquí que lo habitual en la arquitectura clásica es colocar los órdenes arquitectónicos de más sencillo a más elaborado según se sube en altura y en este caso es al revés.

Del interior destacar las dos grandes salas: la biblioteca, en el ala oeste, y la Sala del Círculo Meridiano (por el nombre del instrumento principal) en el ala este.

El edificio fue muy maltratado por las tropas francesas, que instalan en él una batería antiaérea y destruyen su principal joya: el telescopio de Herschel (del que sólo sobrevive la lente, que fue entregada y protegida por un comerciante). También se perdieron instrumentos y la mayor parte del contenido de la biblioteca. Hasta que en 1845 se reanudan las actividades en el observatorio y se reforma el dañado edificio bajo las órdenes de Pascual y Colomer con ciertos añadidos, como barandillas y dos nuevos cupulines decorativos en la cubierta.

La actividad disminuye durante la guerra civil y finalmente en los años 70 la institución se moderniza y, el edificio va progresivamente cayendo en desuso ante los problemas de contaminación lumínica de Madrid y la creación de otros observatorios en Almería y Gualajara.

Las señales horarias de la radio estuvieron saliendo de este edificio hasta 1975. Además estas señales servían para poner en hora el reloj de la puerta del sol y hacía que, todos los días a las 12, bajara la bola del reloj al igual que hace en nochevieja.

Actualmente el edificio Villanueva se dedica sólo a biblioteca y museo y se han creado nuevos edificios con funciones educativas, entre ellos uno que alberga la única réplica a tamaño real del mundo del telescopio de Herschel, realizado a partir de las ilustraciones que se conservan del mismo.

Hay otros edificios en el complejo del observatorio aparte del edificio Villanueva:

  • Edificio Gran Ecuatorial, terminado en 1855, del arquitecto José Aguilar y Vela. Este edificio se dedicaba a viviendas y en su centro tiene una torre giratoria. A día de hoy es el único de los edificios que sigue dedicado a actividad científica.
  • Pabellón del Astrógrafo de 1925, servía para albergar un astrógrafo y hacer seguimiento de asteroides. En la actualidad es una sala de reuniones.
  • Sala de Ciencias de la Tierra y del Universo, de Antonio Fernández Alba y terminado en 2010. Sirve como museo de Astronomía, Cartografía, Geodesia y Geofísica.
  • Pabellón del Sol es una obra del año 1901 realizada por el arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, que contenía dos anteojos comprados en 1900 para seguir el eclipse solar de ese año.
  • Telescopio de Herschel. Levantado en 2004 para albergar la réplica a escala real del mismo.

Como curiosidad la primera vez que visité el Observatorio con el colegio no existía todavía la réplica del telescopio y su edificio y en su lugar había un campo de malvas. Dicho campo de malvas fue una vez el cementerio de la ermita de San Blas, por lo que aquí coge todo el sentido aquella expresión de «criando malvas».

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