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De montañas «rusas» y toboganes…

Hace años, la primera vez que fui al parque de El Capricho, esa maravilla histórica que tenemos en Madrid, me llamó la atención un monumento del mapa: la «montaña rusa». Cuando llegamos a dicho punto y esperábamos ver lo que todos conocemos como una montaña rusa, lo único que vimos es… una montañita, con su caminito para subir a la cumbre.

Esto me hizo relacionarlo con otro lugar que conozco de toda la vida: la montaña artificial del parque de El Retiro.

Grabado de la montaña artificial de El Retiro, con la casita-mirador de la montaña rusa de El Retiro.

No podía ser casualidad que en sendos parques creados para uso y disfrute de la realeza uno y de la Duquesa de Osuna otro, existiera el mismo elemento y no estuvieran relacionados.

Y sobre todo el nombre «montaña rusa»… tendría alguna relación con lo que actualmente entendemos como tal?

Pues sí, y aquí la historia:

Durante años fue costumbre de la realeza rusa hacer uso de trineos y toboganes de hielo sobre laderas de pequeñas montañas para su diversión. Aunque se atribuye a Catalina la Grande (esposa del zar Pedro III) a finales del siglo XVIII.

En Francia imitan la idea y montan un tobogán de hielo en París. En un derroche de originalidad lo llaman «montañas rusas».

Pero por una lógica cuestión de clima, se termina sustituyendo los toboganes de hielo por pequeñas montañas con laderas de césped por las que lanzarse con pequeños carros de madera.

Esto se pone de moda entre las monarquías y nobleza de europa, en una época en la que sólo ellos se pueden permitir dedicar tiempo y dinero al ocio.

Es en esta época (1817) cuando Fernando VII manda construir la montaña artificial de El Retiro, junto a la actual puerta de O’Donnell, que además de cumplir la función lúdica mencionada, sirve además para ocultar en su interior la noria que surte de agua las cascadas y arroyos existentes en su base y cuya cima estaba coronada por una casita desde la que divisaba todo Madrid.

Entrada a la montaña artificial de El Retiro, que fue reformada y utilizada como sala de exposiciones.

También de esa misma época es la montaña rusa del parque del Capricho. Parque que es en sí mismo un estupendo «parque de atracciones» de la época.

El invento se fue evolucionando y llegó a Inglaterra y Estados Unidos, siendo estos últimos los que le terminan de dar una nueva vuelta de tuerca al invento sustituyendo las laderas de hierba por raíles y vagonetas en lugar de trineos, y creando lo que entendemos actualmente por «montaña rusa». Allí lo llamarían ‘Roller Toboggan’ o ‘Roller Coaster’ y es atribuído a Marcus A. Thompson.

De nuevo el invento vuelve a europa, llegando a instalar un «Toboggan» en Madrid en 1908, en los terrenos que una vez fueron del parque de El Retiro y donde actualmente se ubica el ayuntamiento de la ciudad.

    

Y, curiosamente, en Rusia a las montañas Rusas se les llama montañas Americanas precisamente porque el concepto de montaña rusa moderna es un invento americano.

 

(Post inspirado a partir de un comentario y posterior tweet del programa «La Corrala» de la emisora escuela de radio M21 de Madrid)

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